lunes, 18 de enero de 2010

Límites educativos.

ESCUELA DE PADRES

Límites educativos

¿Por qué son necesarios las normas y los límites?

- Dan seguridad y protección.
- Son referencia para los hijos a la hora de establecer los criterios.
- Establecen patronos de comportamiento.
- Enseñan al niño a renunciar o demorar sus deseos, y ello le prepara para situaciones futuras.
- Desarrollan la capacidad de frustración.
- Nos ayudan a no tratar de distinto modo situaciones similares, en función de nuestro estado de ánimo.

¿Qué condiciones son fundamentales para poder establecer con éxito los límites a nuestros hijos?

- Que exista un buen clima familiar, de afecto y cariño.
- Los padres deben estar convencidos de aquello que exigen y, por tanto, han de luchar para su cumplimiento.
- Las normas marcadas por los padres deben ser claras y realmente necesarias.
- Los padres deben estar de acuerdo en las normas impuestas, nunca se llevarán la contraria delante de los hijos. Aparte consensuarán los criterios.
- Firmeza en lo acordado. Es normal que el niño quiera probar la actitud de los padres e intentar sobrepasar el límite marcado.
- Actitud flexible que les permita ir adaptando esas normas a la situación, al momento y edad concreta del niño.
- Equilibrio entre afectividad y autoridad.
- Las normas deben ser razonadas a los hijos en función de su edad, esto permitirá que puedan ser aceptadas por ellos.

Criterios educativos

Si consideramos que Educar es intervenir, guiar, posibilitar que se incida de forma sistemática y regulada en el proceso evolutivo de la persona para potenciar su desarrollo y madurez. No se trata de pretender unos logros ya pre-determinados sino posibilitar el desarrollo de actitudes, favorecer la estructuración de la personalidad para lograr un equilibrio emocional y la adquisición de pautas positivas para la socialización y maduración personal.

Ahora bien, en los últimos años se han producido importantes cambios sociales:
o Mayor conciencia de la importancia de los primeros años en el desarrollo evolutivo de las personas.
o Diferente organización social: menor número de hijos, disgregación de la familia, auge de la sociedad de la información, menor tiempo de dedicación a los hijos, la incorporación de la mujer al trabajo, …
o Desvalorización de la figura de la escuela como educadora.
o …

Por ello es aún más urgente establecer unos criterios comunes para prevenir posibles dificultades en el desarrollo de los niños.

a) Afectividad y autoridad

Uno de los más importantes es buscar el equilibrio entre la afectividad y la autoridad. En principio lo que da consistencia a la familia es la Afectividad y, como consecuencia, las relaciones emocionales. En el momento del nacimiento del bebé los primeres estímulos que recibe deben estar muy impregnados de un diálogo afectivo que se irá construyendo y que determinará su mundo interior y la posibilidad de establecer un diálogo con el exterior, las madres en primer término, potenciando el desarrollo de unas competencias para establecer su relación con el mundo circundante.

Ahora bien es fundamental comprender que esta afectividad no debe llevar a los adultos a dejar que sea el bebé quien decida lo que se debe hacer, sino que son ellos quienes tienen la madurez y conocimientos necesarios para saber dar respuesta a las necesidades de los niños. Por este motivo, paralelamente a esta afectividad los adultos del núcleo familiar deberán asumir la necesidad de actuar con Autoridad ya que constituirá el otro extremo del mismo eje educativo posibilitando la estabilidad emocional y la seguridad de los menores a la vez que el funcionamiento adecuado del grupo familiar.

Ahora bien, entendemos por autoridad la forma de relacionarse entre personas o grupos basándose en la objetividad, la razón y el bien general estableciendo las pautas que deben regular los comportamientos así como las consecuencias que puedan derivarse. Por tanto la persona que detenta la autoridad no actúa, tampoco, siguiendo sus caprichos ni su único punto de vista sino que considera el bien común de forma dialogante aunque no siempre negociadora.

Por todo lo anterior, en la familia es necesario el equilibrio entre la autoridad y la afectividad debiendo ser asumidas de manera clara y equitativa por ambos progenitores.

b) Las normas y los límites.

Las Normas son acuerdos consensuados básicos, entre los adultos y los menores, que posibilitan el funcionamiento, la convivencia y la relación en un grupo. Serán un elemento fundamental e imprescindible por lo que deben ser aceptadas para regular el comportamiento adecuándolo a ellas. Las normas limitan las conductas y actuaciones individuales por lo que constituyen un de los puntos clave de la autoridad. Para que se puedan aceptar, es fundamental garantizar que se entiendan y se comprenda su necesidad, al haber una comprensión los menores avanzan en el proceso de la maduración social.

Todo este proceso favorece la superación del egocentrismo propio de las primeras edades, posibilita el conocimiento de la identidad, la necesidad de autoafirmarse, como base para llegar a la autonomía.

c) La organización y dinámica familiar.

Toda sociedad o grupo social, por reducido que sea, precisa una organización para favorecer el funcionamiento diario tanto con relación a las tareas domésticas como a la resolución de situaciones que se generan por el hecho de tener un espacio: limpieza, compra...

En este sentido desde las primeras edades es fundamental que, se hagan explícitas las normas y pautas que regirán dicha organización para resolver las necesidades y recursos y poder asumir, de forma coordinada, las decisiones y responsabilidades.

Uno de los aprendizajes que más incidirá en la organización familiar será el grado de autonomía de los menores e incluso de los adultos. No se trata que todos hagan lo mismo sino que, en función de la edad, habilidades, horarios e intereses puedan repartirse de forma coherente como se resuelven las necesidades individuales y del grupo.

Por otra parte, la dinámica que los pequeños puedan ver en la familia será un modelo que impregnará las relaciones que pueda establecer entre los iguales y con los adultos que le rodean. No se trata de transmitir palabras sino de tener muy presente como el modelo favorecerá el aprendizaje del diálogo, el respeto, la comunicación y el afecto.
Por ello es fundamental que puedan ser evidentes las actitudes de respeto y de cooperación entre los diferentes miembros ya que, no se podrán evitar situaciones de tensión o de desacuerdo factor que deberá poder ser resuelto de la manera más positiva posible.
Otro factor también a tener presente es el hecho de que, en el momento en que por las circunstancias actuales, los grupos familiares son reducidos se deberán potenciar los vínculos con las diferentes generaciones (abuelos, personas mayores...), grupos de iguales…para que puedan favorecer la dinámica entre iguales, aprendizajes cooperativos, compartir espacios y objetos favoreciendo el proceso de socialización.

d) Estilos educativos.

Hablamos de estilos educativos a la forma de actuar, derivada de unos criterios, y que identifica las respuestas que los adultos dan a los menores ante cualquier situación cotidiana, toma de decisiones o actuaciones. Se habla de estilo por su permanencia y estabilidad en todas las edades aunque, en aspectos concretos, puedan cambiar según la edad. Estos estilos educativos determinaran la identidad del grupo, dándose tanto en la escuela como en la familia o en cualquier grupo que tenga como objetivo la educación.

Los elementos más determinantes de estos estilos educativos lo constituyen las actitudes de los adultos frente a la educación y su visión del mundo en el que van a incorporar a los menores. Por tanto se ponen en juego unas expectativas y modelos de individuo por lo que se pretende regular las conductas y marcar unos parámetros que serán el referente tanto para comportamientos como las actitudes.
Por ello los menores recibirán además de los argumentos las respuestas de los adultos ante sus requerimientos, demandas y comportamientos ya sean positivas, negativas, favorecedoras, represoras...

Breves características de los diferentes modelos:

Familias autoritarias Tendencias en el comportamiento de los menores

• Altos niveles de control
• Alta exigencia de madurez
• Bajos niveles de comunicación y afecto

• Obediencia
• Timidez y poca tenacidad para conseguir metas
• Poca agresividad en la familia



• Control y evaluación mediante patrones y modelos rígidos
• Valorización de la obediencia
• Predisposición al castigo
• Exigencias, en muchos momentos castrantes
• Poca flexibilidad
• Creencia que se puede lograr todo

• Pobre interiorización de valores
• Orientación hacia el premio y castigo
• Poca expresión de afecto con los iguales
• Baja autoestima
• Predisposición a ser coléricos, irritables, vulnerables a las tensiones y poco alegres





Familias democráticas Tendencias en el comportamiento de los menores

• Niveles altos de comunicación Niveles altos de control
• Afectuosos
• Refuerzo frecuente de lo positivo
• Se evita el castigo
• Se plantean exigencias de madurez
• Posibilidades de autonomía e independencia
• Conciencia de los puntos de vista del menor
• Conciencia de las capacidades y sentimientos del menor
• Aceptación de los errores del menor como factor de aprendizaje ( sin acusaciones)

• Niveles altos de control
• Niveles altos de autoestima
• Afrontamiento de situaciones nuevas con confianza
• Persistencia en las tareas
• Independencia
• Comunicación positiva
• Aprendizaje del autocontrol
• Manifestaciones de afecto
• Interiorización de valores
• Capacidad razonable de asumir las frustraciones de la vida cotidiana
• Capacidad de asumir riesgos razonables en momentos de tomar decisiones.


Familias permisivas Tendencias en el comportamiento de los menores

• Bajos niveles de control
• Poca exigencia de madurez
• Poco control y evaluación mediante patrones y modelos muy flexibles
• Poca valorización de la obediencia
• Niveles altos de comunicación Niveles altos de control
• Afectuosos
• Refuerzo frecuente con argumentaciones pero sin esperar ser escuchados
• Se evita el castigo
• Pocas expectativas de autonomía e independencia
• Conciencia de los puntos de vista del menor
• Conciencia de las capacidades y sentimientos del menor

• Poca obediencia
• Timidez y poca tenacidad para conseguir metas
• Agresividad en la familia
• Pobre interiorización de valores
• Orientación hacia el premio
• Poca expresión de afecto con los iguales
• Baja autoestima
• Predisposición a ser coléricos, irritables, vulnerables a las tensiones y poco alegres
• Niveles bajos de control
• Niveles bajos de autoestima
• Afrontamiento de situaciones nuevas sin confianza
• Dependencia e inseguridad
• Manifestaciones inadecuadas de afecto
• poca capacidad de tomar decisiones
• Exigencias de protección




Familias ambivalentes Tendencias en el comportamiento de los menores
• Contradicción en la exigencia
• Indefensión de los adultos
• Se pide al menor que tome decisiones
• Se evita enfrentamientos
• Se generan situaciones críticas de desorden o desconcierto.
• Se asume una culpabilidad en situaciones de fracaso del menor.
• Se justifica
• Se argumenta hasta la saciedad por creer que así se cumple lo explicado
• Se da un protagonismo inadecuado por edad y situación.
• El castigo aparece después de un tiempo de actuación inadecuada
• Se tribuye al menor la responsabilidad de no cumplir (porque ya lo sabe)
• Se considera que saber implica actuar
• Constantemente hay una justificación de la conducta adulta en función del comportamiento de los menores. • Inseguridad e inestabilidad
• Desorientación ante las respuestas de los adultos
• Actuaciones inadecuadas pero se culpabiliza
• Dependencia de los adultos
• Tiranía y exigencias
• Manifestaciones inadecuadas de afecto
• Tomar decisiones sin buscar el diálogo
• Poca capacidad de frustración
• Tendencia a ser extrapunitivo (las dificultades son culpa de los demás)
• Victimismo
• Aprendizaje de estrategias para justificar el no-cumplimiento de la norma
• Dificultades de relación con los iguales
• Tendencia a magnificar los problemas o diferencias de los demás
• Tendencia a buscar puntos vulnerables en los demás
• Baja autoestima

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